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En una habitación oscura, en total tiniebla se escucha una conversación entre dos personas.
-Te contaré algo. (las palabras frías se subliman en aliento) - en el cuerpo humano hay una arteria que conecta nuestro corazón con el meñique izquierdo. -
La profundidad se hace mas densa, la temperatura a su vez desarrolla una tendencia al zero.
-Me han dicho que las teorías de la tierra hueca, siempre proponen un sol central ¿no lo crees conveniente? Todavía creen que Dios es una maquina. -
El viento nulo revienta bajo su peso e ignorando la pregunta él prosigue:
-No me has escuchado... Los orientales tienen la creencia de que un hilo rojo te une a las personas que has de conocer en tu vida. Atado aquí, del meñique izquierdo esta la conexión con el amor de tu vida, antes del cual no existe nada y sin el cual no hay un después. -
El contacto de una mano etérea acariciando un rostro comienza a sentirse sólido. Todo es rodeado por un negro unánime, el rose desaparece y el diálogo continua.
- Romántico y determinista. El corazón humano ha de ser un ave en libertad. Es la única forma. -
Al pronunciar estas palabras todo se detiene dentro del gran vacío y como un rayo que parte un roble aparecen un par de miradas en la nada que al cruzarse inevitablemente se reconocen.
Hay uno prolongado silencio, escuchamos un simultáneo suspiro y tras recabar valor las voces colisionan, frenan y de nuevo enmudecen.
-Pero...has llegado al final del hilo rojo? -
-Entre las tinieblas encontré el rastro.-
-Es aquí aquel oscuro borde de la vida? -
-El hilo lleva siempre de regreso a tu voz. -
-No es más que un eco frío que reverbera.
-Lo sé.-
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