mayo 07, 2010

Trampa experimental.

 

¡Si chula! te digo que estaban sentados en la acera de la derecha, en una de las muchas calles del centro. Yo caminaba por ahí nomas de puro cuento, ocupándome de lo mío. Yo andaba haciendo lo que estaría haciendo cualquier miércoles, y será la providencia, porque justamente me estaba paseando por esos lugares pasada la hora del mediodía. Ellos me vieron por supuesto, pero yo no le di importancia alguna a ese hecho. El lugar estaba concurrido, quiero decir: las calles del centro estaban repletas, por eso ni siquiera repare en los sujetos que supongo estaban esperándome. Se me ocurre ahora que me esperaban como un hecho irrevocable del destino, ellos allí sentados junto al poste y yo en camino, todo funcionando como la relojería que había de hacer posible el hecho. Es por eso que he venido a contarte, por eso es que tenia que venir a verte.

¿Te interesa?

Alfonso Carrasco Velo

Untitled

 

Tus ojos eran negro azabache en la blancura de la luna resplandeciente; yo no se como he tenido que encontrarte en semejante estado. Tus manos, emancipadas de toda pesadilla ahora tocan mi rastro diluido en la atmosfera. El aire férreo casi nos sostiene inmutables e inmunes. He visto el resplandor de tu mirada candente en la mirilla, casi convertida en una cosa solida, casi su presencia haciéndonos trascendentes. A mi y a ti; es tu mirada fija en otros horizontes lejanos la que nos concede existencia, y mientras nos hace presente, en este oscuro aparejo nuestras distancias y toda la esencia ha de ser solo la arena en una película. Ha de venir tu mirada cabalgando como una llamarada para congelarnos en el tiempo, para constatar nuestra presencia. Yo me muevo en otras direcciones sorteando el tumulto, más tu ojo, iris y pupila nos fijan en su mira. Ha de pasar tal ves un instante, ha de cumplirse tal ves una profecía. De alguna manera supe que así había de encontrarte, con tu mirada repegada tras esos cristales convexos. Lo supe por que bajo el aparato estabas sonriendo. Tus largos dedos sobre el gatillo, tu cabello bajo una suave briza y yo, navegando en cavilaciones absurdas, inmóvil aguardo la descarga. Ahora se que todo esto es solo una trampa del tiempo, y he de quedar para siempre apresado en tu fotografía.

Alfonso Carrasco Velo